Σάββατο 11 Οκτωβρίου 2008

Nada

¿Será necesaria tanta parafernalia? ¿Tanto blog solitario? ¿Tanta tarde perdida?
Aquí estoy, nuevamente queriendo decir algo. Queriendo desesperadamente sacarme de adentro los kilos de información irrelevante que se acumulan y se acumulan y se acumulan. Pensando ingenuamente que escribiendo aquí, a todos, a nadie, voy a sentirme más liviana.
¿Y si no funciona? ¿Y si, después de todo, el peso es endógeno y no hay forma de descargarse?
El pesimismo -que es vivir esperando lo pésimo cuando se está viviendo lo malo- es siempre tan mal tema, aun cuando le dio de comer a tantos poetas, a tantos escritores que supieron plasmar esa angustia de tal manera que a otros les pareció bella. Tan locuaces fueron que, diciendo lo más destructivo, lo más negro, lo más podrido, fueron considerados artistas. Bien por ellos. A nosotros, los mortales corrientes, el pesimismo nos queda mal. Nunca es color de moda, nadie quiere verlo, porque verse reflejado es siempre tan, tan terrible. Porque queda manifiesto que no somos tan especiales como nos hizo creer nuestra madre, que no somos tan únicos ni mucho menos originales. Y, al final del día, lo único que me da vueltas en la cabeza es que el original no es otro que el gritó más fuerte lo que todos ya pensaban.
¡Oh, qué desesperanzador es volverse realista! Sólo pienso que quiero decirlo todo y que no puedo decir nada.

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